Vivir acelerado
- Arcelia CA
- 20 oct 2017
- 3 Min. de lectura
No va más rápido el que más corre. Tome antelación, diga no y establezca horarios. Su existencia y su trabajo se beneficiarán del cambio.

Cuánta gente anda corriendo de un lado para otro sin saber a dónde va ni a qué ha ido, y sin llegar a valorar si necesitaba ir de prisa o si podría haber hecho lo mismo a otro ritmo. La prisa no es un valor añadido. Nadie es mejor profesional ni mejor persona porque vaya rápido a todos sitios o porque exprese lo estresadísimo que está.
¿Ha calculado cuánto tiempo gana cuando va a toda velocidad? La mayoría de las veces, ir deprisa no implica caminar más rápido o pensar de forma más ágil. Significa estar y sentirse internamente acelerado.
Muchas personas viven aceleradas e instaladas en la prontomanía, en la necesidad de contestar a todo de forma inmediata como si no hubiera un mañana. Da la sensación de que la prisa da prestigio porque indica que está ocupado, muy ocupado, y eso se interpreta como que es un gran profesional. Falso.

La velocidad también puede ser sinónimo de mala gestión del tiempo, de desconcentración, de olvidos y desequilibrio personal y profesional. Mucha gente no dejaría sus asuntos importantes en manos de alguien que no tiene cinco minutos para sonreír, para preguntar cómo estamos, para hablar de forma conversacional un momento y transmitir paz y sosiego.
La prisa llega a convertirse en un estilo de vida. De hecho, mucha gente no sabe qué hacer con su tiempo libre cuando lo tiene. Estar desocupado les produce malestar, sensación de pérdida de tiempo, incluso falta de autoestima porque: “¿cómo puede ser que no esté haciendo ahora algo, qué dice eso de mí?”. Para este tipo de personas, el aburrimiento es algo desagradable, vacío y sin sentido. Por eso siguen corriendo aunque ni siquiera sepan hacia dónde.
¿Quieres empezar ahora mismo a bajarle unas rayitas a la intensidad de tu vida y disfrutar de una vida más plena? Pues a continuación te comparto los 7 consejos de Carl Honoré para que empieces a desacelerar tu vida:
1. No dejes que tu agenda te gobierne. Muchas cosas que te planteas ahora se pueden postergar. Prueba y verás. Cuando estés con tu pareja, tus hijos o con tus amigos, apaga el celular.
2. Tómate tiempo para disfrutar de la comida. Comer apurado genera males digestivos y si la comida es buena y está bien sazonada, no la apreciarás como se debe. Este es uno de los placeres de la vida, no lo arruines.
3. Pasa tiempo a solas contigo mismo, en silencio. Escucha tu voz interior. Medita sobre la vida en general. No tengas miedo al silencio. Al principio te será difícil, luego notarás los beneficios.
4. No te aturdas con ruidos o mires la televisión como si fueras una medusa petrificada. Escucha música con calma y verás que es bellísima. No te quedes frente al televisor porque sí.
5. Escribe un ranking de prioridades. Si lo primero que escribiste es trabajo, algo anda mal, vuelve a redactarlo. El trabajo es importante y debemos hacerlo, pero medita y notarás que no es lo más importante de tu vida.
6. No creas eso de que en poco tiempo das amor. Escucha los sueños de la gente que amas, sus miedos, sus alegrías, sus fracasos, sus fantasías y problemas. Es una estupidez pensar que se puede amar una hora por día y basta con eso.
7. No creas que quienes te rodean pueden seguir tu ritmo. Eres tú quien debe desacelerar e ir al ritmo de ellos. Recuerda que la conversación y la compañía silenciosa son los medios de comunicación más antiguos que existen.
El virus de la prisa es una epidemia mundial. Si lo has contraído, trata de curarte. Te recomiendo leer cualquiera de los libros de Carl, pues lo que te he compartido es apenas una pequeña probadita de lo que puedes aprender.
ipando el futuro. Deja la vida pasar porque no observa lo que ocurre en el presente y no escucha lo que le dice la gente porque su cabeza piensa a 200 revoluciones. También tiene más probabilidad de tener un accidente porque se salta límites con tal de ahorrar tiempo.
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