Ceder el asiento ¿Caballerosidad o machismo?
- comunicologosteam
- 8 oct 2017
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Entre las muchas cosas que han estado transformándose en la sociedad actual, está una corriente de mujeres que sostiene que actos como el ceder asiento a una mujer, simplemente por la cuestión del sexo con que nació, es un acto con trasfondo machista, pues supondría que muy en el fondo yo albergo una idea de inferioridad, debilidad o desventaja con respecto a las mujeres. En otras palabras, que pienso que una mujer es más débil que yo, y que de ahí deriva la necesidad de protegerlas o considerarlas. Lo mismo sucede con otras costumbres, como abrirles la puerta del coche, ofrecerles la mano al descender de un vehículo, entre otros. Algunas mujeres con posturas un tanto radicales ven en todo ello una práctica de corte sexista que promueve la idea de la desigualdad de los sexos y la inferioridad o debilidad del sexo femenino.

En este punto, vale la pena preguntarse cuál es el origen de la costumbre de que los varones jóvenes y adultos cedan el asiento a las damas, a los ancianos y a otros grupos.
Aparte de ser inculcado en nuestras mentes tanto hombres como mujeres porque así nos lo enseñan por generaciones, parece ser más el tema de ahorro de energía y esto será más claro para aquellos que han tenido que recorrer largas distancias en el transporte público, pues invertimos una cantidad determinada de energía en el tiempo que dure el trayecto, y este consumo será mucho mayor si debe realizar el viaje de pie: el esfuerzo muscular por mantenerse de pie durante cinco, 10, 15 o 40 minutos y aparte la lucha contra las masas y los pesos en movimiento de los demás usuarios, o de la manipulación de una mochila, de un bulto o del peso de un niño, resulta en un trayecto mucho más agotador. Por eso es que la práctica social dicta que las mujeres embarazadas, las personas con alguna discapacidad motora, los ancianos y las mujeres con niños tienen preferencia para ocupar los asientos, pues se supone que su edad o su condición determina que cuentan con una cuota energética menor a la que podría tener un hombre adulto de 35 años.
Entonces, quizá por ello instintivamente los jóvenes y adultos ceden el asiento a quienes ven que necesitan más reservas energéticas que ellos: las ancianas y los ancianos, las mujeres embarazadas, pues cargan a un ser humano dentro de ellas todo el día; las mujeres con hijos y los niños en sí, pues la crianza es una gran consumidor de energía y quienes tienen alguna discapacidad motora, pues no es lo mismo balancearse en un camión en movimiento sosteniéndose sobre un par de muletas. Ya con esta explicación espero que sea fácil de entender, hombres y mujeres ceden el asiento a quien en verdad lo necesita, no por el género o albergar una idea de inferioridad y debilidad, pasa de ser caballerosidad un acto de cortesía.
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